LA FISONOMÍA DEL PROCESO DEGENERATIVO DEL NUEVO CURSO (1972-1982)
Un balance de la degeneración de “il Programma Comunista” entre 1972 y 1982
Coincidiendo con la digitalización de nuestro archivo, tenemos la intención de iniciar en este número y siguientes una profundización y desarrollo del balance de lo que fue el proceso degenerativo conocido internamente como nuevo curso y nuestra lucha (que no fue la única) contra este proceso revisionista, en defensa de la continuidad del programa comunista dentro del viejo Partido.
Para centrar la cuestión, no es el objetivo inmediato de este trabajo criticar los posicionamientos actuales de la publicación “il Programma comunista”, sin perjuicio de afrontar este tema más limitado en el futuro. Igualmente, afrontaremos la crítica del papel que jugaron entonces ésta y otras organizaciones actuales que se reclaman del Partido[1], como resultado colateral de este trabajo, en la medida en que esté en relación con el proceso degenerativo que estudiamos.
Cuando hablamos de hacer un balance de la degeneración de “il Programma comunista” nos referimos al proceso vivido en los años setenta e inicios de los ochenta dentro del Partido reconstituido después de la segunda guerra mundial sobre la base de la continuidad del programa comunista y de las lecciones sacadas de la degeneración de la Internacional Comunista y de la lucha de la Izquierda comunista italiana en su seno, cuyo órgano principal fue la revista “il Programma Comunista”, como lo había sido antes “Battaglia Comunista” y “Prometeo”, revistas donde están publicados nuestros textos fundamentales.
Como en el caso de la Internacional comunista, en los años 70, una serie de desviaciones tácticas se fueron transformando en desviaciones programáticas y llevaron a una serie de desviaciones organizativas para imponer el nuevo curso al conjunto de la organización que reaccionaba contra estas desviaciones, hasta llevar a una serie de rupturas internas, que tomaron forma de expulsiones y escisiones, que se generalizaron a inicios de los 80.
El tema es complejo y requiere una no desdeñable extensión para poder exponer adecuadamente los distintos puntos de choque entre la corriente (o, en realidad, corrientes) que desde la dirección del Partido quería someter a revisión sus bases teóricas programáticas y tácticas, por un lado, y, por otro lado, la corriente (en realidad, también corrientes) que luchó contra esta degeneración desde un aislamiento relativo impuesto por las circunstancias.
Ante este problema es notorio que la actual publicación de “il Programma Comunista” decidió correr un tupido velo como si nada hubiera pasado[2] y que, por el contrario, “le Prolétaire/il Comunista” desde entonces ha ido regurgitando pretendidos “balances” en los que defienden la actuación del Centro de entonces (su propia actuación), contradiciéndose a sí mismos a cada paso, cambiando la versión de los hechos y mudando la piel varias veces en el proceso; todo con el objetivo de sepultar bajo una montaña de tierra sus posiciones y actuación de entonces.
Ambos fragmentos, provenientes del centro degenerado de entonces, tienen en común que circunscriben la crisis degenerativa a partir de octubre de 1982 en Francia y de junio de 1983 en Italia. Es decir, ambos reivindican la línea táctica, programática y organizativa que ellos impusieron al Partido desde 1972 y sitúan la crisis en el momento en el que ellos fueron desplazados de sus posiciones dirigentes (aunque como es notorio los actuales responsables de “le Prolétaire/il Comunista” legalizaron “Combat” y controlaban su caja económica), después de haber realizado todo el trabajo de destrucción interna de las posiciones de la Izquierda.
El bubón que estalló a finales de 1982 y que fue estallando secuencialmente en el posterior periodo de canibalismo entre los que habían impuesto al Partido su línea interclasista y activista, se fue preparando en un proceso que empezó mucho antes.
En este número sólo podremos esbozar los temas que se profundizarán más adelante, siendo el objetivo principal presentar una descripción sintética pero suficientemente detallada de la fisonomía del nuevo curso, cómo se manifestó externamente el proceso degenerativo.
Las crisis precedentes
La crisis a la que nos referimos no es la única crisis que ha sufrido el Partido formal reconstituido después de la segunda guerra mundial. Otras, cuyo estudio es incluso más importante, son tanto la ruptura con el activismo dameniano que se hizo con el control de Battaglia Comunista y Prometeo en 1952 (hoy “Tendencia Comunista Internacionalista”) como la doble ruptura que representaron las Tesis de 1965-66 contra la desviación místico-idealista (que dio lugar a la revista “Invariance”) y contra la desviación activista que quería reintroducir el centralismo democrático en el Partido (que dio lugar a “Rivoluzione Comunista”).
En la lucha contra estas desviaciones, el Partido produjo materiales teóricos fundamentales, remachando la continuidad del programa comunista, saliendo reforzado en su bagaje teórico, táctico y programático. Las “Tesis características” (1951), las “Consideraciones sobre la actividad orgánica del Partido cuando la situación es históricamente desfavorable” (1965), las “Tesis de Nápoles” (1965) y las “Tesis de Milán” (1966) condensan – junto a otros textos – las bases fundamentales del Partido, en completa continuidad con las “Tesis de la Fracción Comunista Abstencionista” (1920), las “Tesis sobre la táctica del Partido Comunista, de Roma” (1922), las “Tesis sobre la táctica presentadas en el IV Congreso de la IC” (1922) y las “Tesis de Lyon” (1926).
No se puede decir lo mismo de la ruptura[3] de 1973 con los “florentinos” que hoy publican “il Partito comunista”. Las posiciones defendidas entonces y llevadas a cabo en la organización en cuanto a la táctica sindical eran erróneas[4] y constituían una desviación del análisis hecho por el Partido sobre la naturaleza de las grandes organizaciones sindicales en la dinámica de integración en el Estado. Pero las posiciones de quienes se mantuvieron e incorporaron a la dirección del Partido eran igualmente confusas, oscilantes e incorrectas, como se fue manifestando posteriormente. Así, cuando analicemos las desviaciones tácticas y más concretamente la cuestión sindical, veremos que las “tesine sindacali”[5] de 1972 (publicadas como “il partito di fronte alla questione sindacale" en “il programma comunista” nº3/1972) contienen posiciones espontaneistas y anti-sindicales que suponen una revisión de los planteamientos del Partido y que están en la base de los errores tácticos posteriores. Volveremos sobre este tema en otro número para tratarlo con la profundidad que requiere, pero gran parte de los errores y derivas tácticas que veremos a continuación y que se desarrollaron durante los años setenta se derivan de la búsqueda de sustitutivos y sucedáneos del obvio aspecto central que tiene la intervención en el plano sindical en nuestra táctica y en los textos del Partido[6].
Es importante observar que en las crisis de 1952 y 1964, el Partido fue acusado de inmovilismo, de “attesista” o “attendista” [7], de no ser suficientemente “político”. Ésta es exactamente la misma acusación que desde mediados de los ’70 e inicios de los ’80, lanzaba la dirección degenerada del Partido contra las secciones que se opusieron al nuevo curso. En 1952 y 1964 el Partido rechazó las desviaciones activistas. En 1972-82, se habían girado las tornas y era el activismo el que dirigía la organización y consumaba la destrucción de la línea histórica del Partido desde dentro.
Las causas de la degeneración
Digamos desde el inicio que las causas de las sucesivas crisis del Partido formal, así como del proceso degenerativo cuyo estudio nos proponemos no pueden buscarse en individuos ni corrientes específicas. Aunque vamos a tener que seguir el papel que jugaron unos y otros para mostrar el desarrollo del proceso degenerativo, no serán nunca los actos de tal o cual individuo los que expliquen las causas de la degeneración.
La causa última de la degeneración y del proceso que condujo a ella fue el peso de la prolongación de la contrarrevolución iniciada en 1926, cuyos efectos todavía pesan en gran medida. Siempre hemos dicho que “el partido no puede no resentirse de los caracteres de la situación real que lo circunda” (Consideraciones de 1965) y el peso de la prolongación de una situación históricamente desfavorable se hizo sentir, pese a contar el Partido con los instrumentos de navegación necesarios en las Tesis de Nápoles y Milán.
A esto debemos sumar, como factor acelerador del desenlace, a finales de los setenta:
- Los últimos coletazos de los movimientos revolucionarios democrático-burgueses en las colonias (etapa considerada esencialmente cerrada por el Partido en toda el área afroasiática ya en 1964[8] ), coletazos que se extienden hasta 1975 (con la derrota de EEUU en Vietnam y la independencia formal de Timor Oriental, Mozambique, Angola y del Sáhara Occidental respecto a lo que quedaba de las “metrópolis” europeas), con la reverberación correspondiente en el agua hirviente de la pequeña burguesía y, en especial, los estudiantes.
- La entrada masiva de militantes provenientes de la oleada del mayo del 68 y de otras organizaciones (engullidos sin posibilidad de digestión), activamente buscado por los centros parisino y milanés y los otros exponentes del nuevo curso para sustituir, reemplazar o desplazar a la militancia existente que se oponía al cambio de rumbo que se estaba imponiendo al Partido.
- Una incomprensión (u olvido interesado) de las previsiones y condicionantes del Partido en relación con la potencialidad de la crisis de 1975, que llevó a intentar colmar el retraso entre la curva económica y la curva social, acusando al Partido de un supuesto “retraso” en el “cambio de fase”.
Estos últimos factores generaron un contexto de impaciencia y ajetreo, una valoración de “momento decisivo” al que se acabó sacrificando todo, que fue el catalizador de toda una serie de errores previos consistentes en una deriva de la organización en un sentido activista, movimientista, democrático y nacionalista, “descubriendo” nuevos terrenos “prácticos” y “nuevas armas” (il programma comunista, nº20, 1982).
La lucha contra el nuevo curso
En “il Comunista” nº33, de 1992, los herederos del nuevo curso (“le Prolétaire”/”il Comunista”, exCombat) narran ellos mismos la resistencia previa ofrecida por el conjunto de los militantes del Partido de múltiples secciones que se oponían a la revisión de los planteamientos del Partido, de la línea teórica, programática y táctica de la Izquierda Comunista, es decir, que se oponían al nuevo curso representado entonces – junto con otros – por la actual redacción de “il Comunista” (exCombat).
“Para esta parte de los compañeros, cada decisión tomada fuera de lo que y cómo "ya se había hecho" anteriormente, cada interés por cuestiones en el campo de la crítica política y teórica que no habían sido abordadas y resueltas con tesis y puntos firmes anteriormente (por el partido actual o por el Partido Comunista de Italia en los años veinte), adquiría la apariencia de un peligro o incluso de un intento de desviar al partido e invalidar su capacidad teórica y política.
Contra tal visión – que poco a poco se fue caracterizando como una defensa a ultranza de lo que, no tanto la izquierda comunista como corriente política, sino de la izquierda italiana en particular y sobre todo de la persona de Amadeo Bordiga, había dicho y hecho, sin comprender realmente la profunda lección de las batallas de clase llevadas a cabo por la izquierda comunista – se desarrolló una lucha política interna, llevada a cabo en particular por el Centro mediante el esfuerzo por replantear los problemas del hoy y las diferencias de la situación histórica sin perder el hilo de aquellas batallas de clase. Esta circular de marzo de 1976, como las anteriores y posteriores, forma parte de esta lucha política interna. (…) Desde este punto de vista, esta circular marca un punto a favor, si se puede decir así, en la lucha tanto contra el conservadurismo de partido desgraciadamente bien arraigado en la organización, como contra esa arrogancia teórica mezclada con un deseo verbal pero inmovilismo práctico característico de la antidialéctica ligada a una visión mística del partido, de las luchas de clases, del proletariado y su movimiento, de la revolución, del comunismo.” (Premessa alla circolare de 1976, publicado en “il Comunista”, nº33, 1992, pág. 9) [9].
A los militantes y secciones en Francia e Italia que se oponían a esta revisión de los principios y de la táctica del Partido se les etiquetaba con el calificativo “attendista”. En estas secciones que resistían a la presión maniobrista y disciplinaria de la dirección del nuevo curso, no se había roto la transmisión de “la llama a lo largo del histórico «hilo del tiempo»” [10] y los jóvenes militantes aprendieron de los viejos militantes no sólo el ABC del marxismo, sino un método y el sentido de la militancia, la vieja guardia había transmitido “una consigna incorrupta y potente a una joven guardia” 10.
La sección española estaba formada por obreros que habían emigrado a las fábricas de Alemania y allí habían conocido a viejos militantes italianos del Partido que también habían emigrado ya fuera por la persecución de los estalinistas como por motivos económicos. Allí conocieron, trabajaron y militaron junto a una vieja guardia de la que pudieron aprender una consigna incorrupta que desde aquel momento defendieron con uñas y dientes contra cualquier desviación, renovación o actualización de la línea del marxismo y de la Sinistra. Como en las secciones que se fueron oponiendo al nuevo curso estos compañeros aprendieron un método y el sentido de la militancia, en un momento en que el nuevo curso empezaba a manifestarse en la dirección de la organización formal.
Estos compañeros volvieron al Estado español para desarrollar una acción de Partido que iba desde la publicación de la revista “El Comunista” (desde 1974), la traducción de textos del Partido, el estudio y la formación de simpatizantes y militantes, el seguimiento de la prensa burguesa y del desarrollo de la economía capitalista, al calor de la intervención en las luchas de la clase obrera, de ocupados y parados. En el caso de la sección española, ante la imposibilidad de resolver la papeleta con la calificación de “attendista” (falsamente aplicada a otros) dada la obvia intensidad de nuestra actividad en el plano sindical, el centro bicéfalo (París-Milán) acuñó la calificación de “sindicalistas y genéricamente teoricistas”.
Esta era la manera del nuevo curso de decir que nosotros no renunciábamos al estudio de los textos fundamentales y a que éstos fueran la base de la formación de simpatizantes y militantes así como la guía exclusiva de toda nuestra actuación, al mismo tiempo que desarrollábamos nuestra actividad en el seno de la clase obrera (de la cual formaban parte todos los miembros de la sección, la mayoría de los cuales habían conocido al Partido en contacto con compañeros italianos en la emigración, en las fábricas de Alemania[11]), en lugar de en los organismos interclasistas o en los comités de frente único político donde quería que se hiciera el nuevo curso.
Debió ser duro para los emisarios de las distintas corrientes del centro degenerado, en nuestra sección y en otras que se opusieron al nuevo curso, ver a compañeros obreros llevando adelante no las tácticas innovadoras del nuevo curso sino la táctica del Partido histórico, de la línea de la Izquierda Comunista, y no poder camelarlos con métodos de intelectualismo barato porque estos obreros mantenían el hábito del estudio individual y colectivo y conocían los textos fundamentales del Partido mejor que los enviados del centro. De ahí, el acuñamiento de la doble etiqueta de “sindicalistas y genéricamente teoricistas” que algunos[12] siguen rumiando como “explicación” para consumo interno y externo sobre nuestra existencia.
Una panorámica de la fisonomía del nuevo curso
Para el lector que no haya vivido el proceso degenerativo que estudiamos, puede ser útil hacer una panorámica sin ánimo de exhaustividad de la fisonomía del nuevo curso siguiendo la prensa de la organización. Dado que algunas organizaciones actuales, como “le Prolétaire”/“il Comunista” (exCombat), para tratar de encubrir su papel en el nuevo curso desde la dirección misma del Partido, repiten hasta la saciedad que el cambio de rumbo se situó en octubre de 1982 (Francia) o incluso en junio de 1983 (en Italia), retrocederemos un poco más para tener una perspectiva más amplia.
En 1972 se publican las “tesine sindacali”. Redactadas por quien será luego expulsada por la dirección del nuevo curso han sido siempre reivindicadas por el nuevo curso, dado que en este tema había identidad de posiciones entre ellos. En estas “tesine” se dice de los organismos intermedios que: “estas organizaciones pueden no ser los sindicatos. En la perspectiva de un cambio brusco hacia el asalto revolucionario, no serán los sindicatos” [13]. Esto representaba la restitución del damenismo[14] en la cuestión sindical, la negación de las posiciones de siempre del Partido contenidas en “Partido revolucionario y acción económica” (1951) y en las “Tesis características” (1951). En este mismo texto, hablando de los grupos de obreros combativos que se organizan fuera del sindicalismo integrado para luchar contra la patronal se dice: “pero reconociendo el síntoma de una instintiva reacción proletaria contra el estado de impotencia al que los sindicatos reducen sus luchas y organizaciones [el Partido] debe encontrar en ello un motivo para inculcar, a un estrato aunque sea muy reducido de los explotados la conciencia de que sus esfuerzos, por generosos que sean, están condenados a permanecer estériles si la clase no encuentra en sí misma la fuerza para llevar a cabo un viraje político total para dirigirse hacia el asalto directo y general del poder capitalista” [15]. La función del Partido no sería ya “prever las formas y alentar la aparición de las organizaciones con objetivos económicos para la lucha inmediata” (Tesis características, 1951) sino convencer a los proletarios combativos de la esterilidad (sic) de sus esfuerzos si la clase no encuentra “en sí misma” (¿puede haber una eliminación más burda de la función del Partido?) ni más ni menos que “la fuerza para llevar a cabo un viraje político total para dirigirse hacia el asalto directo y general del poder capitalista”. ¡Hasta el más espontaneísta de los espontaneístas se queda como un mero aprendiz de espontaneísta ante estos auténticos campeones del espontaneísmo!
En 1974 se lanza la consigna del Frente Unido Proletario llegando a hacer propuestas formales a otros grupos políticos[16].
También en 1974 se llama a la participación en el referéndum sobre el divorcio afirmando “los proletarios votarán con toda la razón contra la abrogación de la ley existente”, añadiendo “mejor una migaja que nada” (il programma comunista, nº7/1974, pág. 2)[17], posición que se defiende en los números 9 y 10 de ese año. De manera similar se califica de “gesto de solidaridad elemental” (Le Prolétaire, nº184/1974, pág. 3) la participación en el referéndum sobre la inmigración en Suiza.
En 1976 en la circular del 26 de marzo el centro degenerado teorizaba la intervención en organismos interclasistas para defender los “intereses inmediatos comunes” (sic) de los “proletarios y no proletarios” (sic): “EL SEGUNDO CASO (Organizaciones de base interclasista) incluye aquellas organizaciones de base no proletaria en las que se debaten cuestiones o se defienden intereses a los que la clase obrera no es ni puede ser indiferente: comités de mujeres, comités de soldados, comités de inquilinos, comités escolares, etc. Con las reservas consideradas en el caso anterior, podemos y debemos incorporarnos a ellos, bien simplemente para exponer nuestras posiciones, aunque sea por un solo día y ante un solo proletario, bien para llevar a cabo una acción más o menos continuada, no poniendo como condición previa a nuestra participación que la propia organización adopte objetivos de clase a los que en principio es ajena y refractaria, pero defendiendo enérgicamente en sus filas 1) que los intereses inmediatos comunes al soldado, a la mujer, etc., proletarios y no proletarios, sólo pueden ser defendidos eficazmente en conjunción con la lucha de clase proletaria; 2) que la solución final a los problemas que acucian a ese estrato social está en el socialismo, y sólo en el socialismo; 3) que en ambos casos, el surco en el que hay que moverse es el mismo que el de la clase revolucionaria por excelencia, el proletariado” [18]. Éstos eran los nuevos “organismos intermedios” interclasistas (ya no órganos de lucha inmediata de tipo sindical) a los que habían abierto la puerta la “tesine sindacali” y en cuyo pantano interclasista el nuevo curso quería forzar que se anegaran los militantes comunistas, so pena de ser considerados “attendistas”.
Ante la oposición de las secciones del Partido contra este planteamiento interclasista que chocaba con toda la línea del Partido (y de la lucha de la Izquierda por la separación primero del oportunismo y contra la degeneración de la III Internacional después) que veta expresamente la actuación del Partido en organismos interclasistas[19], la dirección degenerada del nuevo curso teorizaba: “que las decisiones tomadas a nivel central a veces dan lugar a perplejidad e incertidumbres, es un hecho que debe darse por sentado y del que no hay motivo de alarma siempre que se tenga el valor y la firmeza de reconocerlo.” [20]. Ésta es otra innovación contra las posiciones de siempre. Por el contrario, la Izquierda había defendido en el IV Congreso de la Internacional Comunista que una organización política “basada en la adhesión voluntaria de todos sus miembros, sólo responde a las exigencias de la acción centralizada cuando sus componentes conocen y aceptan el conjunto de los métodos que pueden ser ordenados por el centro para ser aplicados en las diferentes situaciones” y que “el prestigio y la autoridad del centro, que no dispone de sanciones materiales, sino que se vale de parámetros que pertenecen al dominio de los factores psicológicos, exigen de manera absoluta claridad, decisión y continuidad en las proclamaciones programáticas y en los métodos de lucha” [21] . La dirección del nuevo curso estaba en pleno proceso de dinamitar la claridad, precisión y continuidad de nuestras posiciones tácticas, único lugar donde la Izquierda ha considerado que “reside la única garantía de poder constituir un centro de la efectiva acción unitaria del proletariado internacional.”. La Izquierda reclama:“conocen y aceptan el conjunto de métodos que pueden ser ordenados”, “claridad, decisión y continuidad” pero el centro degenerado del nuevo curso teoriza: “perplejidad e incertidumbres”.
En noviembre de 1977 se firma un comunicado conjunto del Partido con organizaciones maoístas en la lucha de los albergues de Sonacotra[22] y, más adelante, en abril de 1978 se llega a hacer convocatorias con esas mismas organizaciones y con el Partido Socialista Francés (PS) y el Partido Socialista Unificado (PSU).
En 1978 se reivindica el derecho de voto de los trabajadores inmigrantes: “Este es el sentido de nuestra exigencia de abolición de toda discriminación en materia de derechos políticos (y, por tanto, también en el derecho de voto) entre trabajadores de distintas nacionalidades.” (le Prolétaire, nº262, 1978, pág.2).
En 1979 tenemos la creación artificial del “Comitato Nazionale contro i Licenzamienti” (CNCL) sobre la base de diez (sí, 10) despedidos de la FIAT (“il programma comunista”, nº22/1979, pág. 6), en un acto de activismo sindical que termina en un órgano en el que no hay participación obrera real sino sólo una comparsa de militantes de distintas organizaciones políticas, que sirve en realidad de plataforma de frente único político combinado con un auténtico y vacío activismo sindical.
En diciembre de 1981, el nuevo curso desde “le Prolétaire” recuperaba el frente único político (vetado por nuestras tesis) rebautizado como “frente de clase” (“le Prolétaire” nº349/1981, pág. 3) incluyendo todo tipo de acuerdos posibles con otros partidos.
Tenemos también la creación del RIPRA (comité Riposte à la Répression en Algérie) en 1981 y reuniones como la mantenida el 22-05-1982 con el objetivo de “crear un colectivo unitario contra la represión en Argelia” en la que participaban desde el Comité de Defensa de los Derechos Culturales en Argelia y la Asociación Sindical de los Estudiantes Argelinos en Francia hasta una serie de otras organizaciones calificadas por el propio El-Oumami[23] como pequeñoburguesas. Pese al carácter infructuoso de la reunión, El-Oumami propone la “base mínima sobre la que podemos plantearnos la colaboración con otras fuerzas que tengan un programa y una ideología diferentes a los nuestros” (El-Oumami, nº26, pág. 4)[24].
Es decir, mientras a los militantes comunistas que hacían actividad sindical se les repetía hasta la saciedad que tenían que seguir encorsetados en la camisa de fuerza del sindicalismo integrado o considerar estériles sus esfuerzos, la dirección del Partido en Italia y Francia se dedicaba a crear artificialmente comités activistas de frente único político, como el CNCL, el RIPRA y el Comité de Solidaridad Líbano-Palestina (“Le Prolétaire”, nº363 de 1982, pág. 2). Lo que está claro es qué quería el nuevo curso que existiera y, en cambio, qué no querían que llegara a nacer.
En 1980 el nuevo curso había defendido ya la “solidaridad con los detenidos políticos irlandeses”, definidos literalmente como “heroicos rebeldes irlandeses” (“il programma comunista”, nº23, 1980, pág. 5).
En 1981 se define a “los encapuchados del 23 de enero” como el “honor del proletariado venezolano” considerando “un resultado de por sí notable mantener viva la llama de la revuelta de clase”. (“il programma comunista”, nº6/1981, pág.6).
Siguiendo en 1981, se publica un artículo sobre las “Luchas en el comedor universitario de Florencia”. ¿Se trata quizás de la lucha de los trabajadores de ese comedor? ¡No! Es la lucha para que sigan comiendo allí a precio reducido “figuras exestudiantes o ‘poco estudiosas’” que “no están en regla con los exámenes” (“il programma comunista”, nº12/1981, pág. 6).
En ese mismo nº12/1981, en la misma página se encuentra en un recuadro el siguiente: “AVISO: Informamos a los simpatizantes y lectores de la zona de Ivrea que no utilicen la dirección publicada hasta ahora como punto de contacto con el partido. Esta dirección ha sido suprimida como consecuencia de un desacuerdo político que se ha desarrollado en el seno de las posiciones defendidas en los últimos años por nuestro quincenal, en particular en el terreno de las luchas inmediatas."
Lo que no se dice es que los compañeros de la sección de Ivrea habían sido expulsados anti-orgánicamente. Esta página ilustra de un modo muy expresivo la esencia del nuevo curso. Por un lado, eran expulsados[25] etiquetándolos como supuestamente “attendistas” los militantes del Partido cuyo grupo de fábrica en la Olivetti era respetado entre los obreros y el más importante del Partido, que defendían la continuidad del programa comunista frente a los innovadores activistas del nuevo curso. Por el otro, la “lucha” de los estudiantes hippies por comer subvencionadamente era ensalzada como el no-va-más de la lucha proletaria.
En 1981 el “Partido” participa en el “Convegno nazionale contro la repressione” (Encuentro nacional contra la represión) donde “apoya toda iniciativa de coordinarse en una acción de defensa inmediata contra la represión” y “compartimos la plataforma de la Coordinadora milanesa, como se ha expuesto al principio de este debate, es decir, un organismo en el que están presentes diferentes líneas políticas, en el bien entendido de que todas estén dentro del frente de clase” (“il programma comunista, nº13/1981)[26].
En el siguiente pasaje de la Circular de octubre de 1981, publicada en “il programma comunista” nº19/1981, se sintetiza bien el núcleo del revisionismo táctico del nuevo curso : “Los jóvenes, los inmigrantes, los sintecho, las víctimas de la represión, los presos políticos, son hoy, junto con los parados en general, las patrullas de vanguardia de una guerra de clases (…).” (El curso del capitalismo mundial y los ejes fundamentales de intervención del Partido, Circular de octubre de 1981, “il programma com.” nº19/1981, pág. 2) [27].
Entrando en 1982, el nuevo curso publica en los órganos de prensa de la organización: "La tiranía del espacio nos ha impedido ofrecer una imagen del movimiento de ocupación de las casas de Berlín en el momento en que, durante la primavera, alcanzó el apogeo de su vigor, entrelazándose con movimientos como los de lucha contra la represión, en defensa de los presos políticos, contra los preparativos de guerra, etc., y permitiendo así a los compañeros intervenir en un terreno cada vez menos espurio desde el punto de vista de la clase". (...)
Es aquí donde se abre para el partido un terreno fértil de agitación, al que ofrecen también condiciones objetivamente favorables para su desarrollo esos 'espacios libres' de vida colectiva, de intercambio de experiencias de lucha y de discusión de problemas sociales y políticos más amplios que los estrictamente ligados a la contingencia, que en Berlín se han convertido las 'casas ocupadas'." (“il programa comunista”, nº 3/1982, p. 6).
Durante el 1982, la dirección degenerada del nuevo curso descubre también una “cuestión juvenil” (“il programma comunista”, nº9/1982), “la capacidad de interrogarse sobre el camino recorrido” (il programma comunista, nº10/1982) y que “Los comunistas por este motivo deben intentar dirigir ellos la reivindicación nacional de los proletarios palestinos” (“il programma comunista”, nº19/1982).
En “le Prolétaire“, nº362 de junio de 1982, se afirma “una posibilidad de ligar la lucha antinuclear con la lucha obrera” y en el plano del “antimilitarismo” pone de ejemplo que “militantes de varias organizaciones participaron en la organización de esta iniciativa” organizada por el nuevo curso. En “Le Prolétaire”, nº363 de 1982, pág. 2, el nuevo curso declaraba “es esencial no partir de la crítica a la OLP”. El número 27 de septiembre de 1982 de El-Oumami llevaba en portada la consigna"Palestine Vaincra !".
Y esto nos sitúa en el momento inmediatamente anterior a que toda esta INFECCIÓN activista e interclasista acumulada por la propia dirección de la organización estallara. Para una descripción sucinta del desarrollo posterior al estallido de este bubón, ver en “El Comunista” nº72: “le Prolétaire/il Comunista: punta de lanza de la degeneración revisionista del nuevo curso”.
Inciso: la posición de siempre del Partido
Todas estas manifestaciones que ilustran la fisonomía del proceso degenerativo conocido como el nuevo curso son completamente antitéticas con las de la Izquierda, las del Partido:
“10.- La aceleración del proceso se deriva, además que de las profundas causas sociales de las crisis históricas, de la obra de proselitismo y propaganda con los reducidos medios disponibles. El partido EXCLUYE ABSOLUTAMENTE que se pueda estimular el proceso con recursos, maniobras o expedientes que se apoyen en aquellos grupos, cuadros y jerarquías que usurpan el nombre de proletarios, socialistas y comunistas. Estos medios, que conformaron la táctica de la Tercera Internacional, al día siguiente de la desaparición de Lenin de la vida política, no surtieron otro efecto que el de la disgregación del Comintern, como teoría organizativa y fuerza operante del movimiento, dejando siempre algún jirón de partido sobre la vía del "expedientismo táctico". Estos métodos son retomados y revalorizados por el movimiento trotskista y por la IV Internacional, considerándolos erróneamente como métodos comunistas.
Para acelerar el nuevo ascenso de clase NO EXISTEN RECETAS a punto. Para hacer escuchar a los proletarios la voz de clase no existen maniobras y expedientes, que como tales no harían aparecer al partido tal como es verdaderamente, sino una desfiguración de su función, en detrimento y perjuicio de la efectiva reanudación del movimiento revolucionario, que se basa en la real madurez de los hechos y del correspondiente adecuamiento del partido, habilitado para ello solamente por su INFLEXIBILIDAD doctrinaria y política.
La Izquierda italiana ha combatido siempre el expedientismo para permanecer siempre a flote, denunciándolo como una desviación de principio que no tiene nada que ver con el determinismo marxista.
El partido, sobre la línea de experiencias pasadas, SE ABSTIENE, pues, de enviar o de aceptar invitaciones, cartas abiertas o consignas de agitación para formar comités, frentes y acuerdos mixtos con cualquier movimiento y organización política.” (Tesis características, 1951).
“En la base de la relación entre militante y partido hay un compromiso; nosotros tenemos de ese compromiso una concepción que, para librarnos del antipático término contractual, podemos definir simplemente como dialéctica. La relación es doble, constituye un doble flujo en sentidos contrarios, del centro a la base y de la base al centro; si la acción dirigida desde el centro responde a la buena funcionalidad de esta relación dialéctica, le responderán entonces las sanas reacciones de la base.
El problema de la famosa disciplina consiste, por consiguiente, en poner a los militantes de base un sistema de límites que sea el inteligente reflejo de los LÍMITES puestos a la acción de los dirigentes. Por ello hemos sostenido siempre que éstos NO DEBEN TENER LA FACULTAD, en los virajes importantes de la coyuntura política, DE DESCUBRIR, INVENTAR Y PROPINAR PRETENDIDOS NUEVOS PRINCIPIOS, NUEVAS FÓRMULAS, NUEVAS NORMAS PARA LA ACCIÓN DEL PARTIDO.
Es en la historia de estos GOLPES DE SORPRESA donde se compendia la historia vergonzosa de las traiciones del OPORTUNISMO.” (Fuerza, Violencia y Dictadura en la Lucha de Clase, 1947).
“6. No siendo, pues, concebibles retornos abruptos de las masas a una organización útil de ataque revolucionario, el mejor resultado que puede dar el tiempo venidero es la RE-PROPOSICIÓN de los verdaderos objetivos y reivindicaciones proletarias y comunistas, y la reafirmación de la lección de que es DERROTISMO toda improvisación táctica que cambia de situación en situación pretendiendo explotar de ellas datos inesperados.
7. El estúpido actualismo-activismo que adapta gestos y movimientos a los datos inmediatos de hoy, verdadero existencialismo de partido, debe ser sustituido por la reconstrucción del sólido puente que une el pasado al futuro y cuyas grandes líneas el partido se dicta a sí mismo de una vez por todas, PROHIBIENDO a los gregarios pero SOBRE TODO A LOS DIRIGENTES la búsqueda tendenciosa y el DESCUBRIMIENTO DE ‘NUEVAS VÍAS’.” (Teoría y acción, Reunión de Forlì, diciembre 1952).
Para la dirección degenerada del Partido del nuevo curso entre 1972 y 1982, los LÍMITES de la unidad de doctrina-programa-táctica eran incómodos porque no les dejaban “descubrir” ni utilizar “nuevas armas” ni “ampliar su visión”, ni “replantear los problemas del hoy” y, por ello, propinaron nuevas normas de acción al Partido ante las que quisieron doblegarlo y emprendieron una “lucha política interna” contra las secciones y militantes que defendían a ultranza estos límites.
El reflejo organizativo de la degeneración
En la organización formal, el nuevo curso había instaurado de manera general un funcionamiento en realidad federalista en el cual los distintos “Centros” italiano y francés, así como las publicaciones, funcionaban autónomamente y contradiciéndose mutuamente.
Se había llegado también a la creación de la editorial Iskra para la publicación de textos fundamentales del Partido con un nombre de autor, pese a ser textos de Partido y en contra de la expresa voluntad de un conocido compañero: “No quiero que se mercadee con el nombre de Bordiga, cebo estúpido por cierto para los que lo ponen y los que muerden el anzuelo, y estoy seguro de que no se hará ni siquiera después de mi muerte. Quien no entienda por qué, es que no ha entendido una línea de todos los textos e historia de la Izquierda. Pienso en la fecha de la muerte con serenidad y dejo a los supersticiosos los conjuros. No temo a morir, pero que todo el movimiento se agilipollezca conmemorándome, a eso sí. Aunque he decidido no dejar testamento de ningún tipo, me obligáis a pensar en las medidas que puedo tomar para evitar esta superidiotez. Dispongo que cualquiera pueda utilizar los textos gratuitamente con la condición de que no aparezca en ellos el nombre de Bordiga.
Un problema de práctica burguesa y de práctica comunista. Si todos vosotros fuerais realmente maduros, quizá no tendría esta preocupación: pero veo puntos débiles. Si violo los derechos de la Historia, de ella me río por encima de todo.” (Carta de 16 de noviembre de 1962)[28].
El nuevo curso introdujo también la teorización de la normalidad del debate democrático y de la lucha política interna, lo cual es la destrucción del centralismo orgánico que tiene como premisa la homogeneidad política. Estos conceptos se introdujeron en los años anteriores a 1982, se llevaron al extremo caricaturesco en los números de julio de 1983 a enero de 1984 de “il programma comunista”, se prosiguieron en “Combat” y han sido reiteradamente reivindicados por “il Comunista” (exCombat) que todavía no consigue entender o simula no entender por qué esta lucha política interna y su actuación desde la dirección degenerada del Partido tenía que conducir necesariamente a lo que condujo: a la revisión de todas las bases del Partido.
Lógicamente, no puede haber homogeneidad política cuando se parte de que los textos fundamentales del Partido son insuficientes para enfocar la actividad del Partido. La dirección del nuevo curso necesitaba liberarse de los textos fundamentales: “ (…) pero sería suicida querer eludirlas, bien con el pretexto de que son difíciles, bien con el de que basta con consultar el párrafo de un texto (por otra parte, a menudo dedicado a la cuestión bien distinta -y preliminar- de restablecer las bases fundamentales de la teoría como guía de la acción en el sentido más general del término) para tenerlas bien resueltas.” (Circular de 1974, publicada en “il Comunista”, nº33, 1992, pág. 8)[29].
La dirección del nuevo curso vio en la oleada de nuevos militantes procedentes del mayo del ’68 y de organizaciones izquierdistas de todo tipo un mecanismo perfectamente alineado con sus objetivos políticos. Este aumento de efectivos tenía como función desplazar a la militancia que se estaba oponiendo al nuevo curso para lo que el Centro degenerado dispuso también un cambio de rumbo en los métodos de formación de simpatizantes y militantes.
En junio 1981 se publica un artículo titulado “Por un partido de combate revolucionario” (una anticipación bastante explícita de lo que sería “Combat”, obra del “Director responsable” de aquel momento de “il programma comunista”, luego de “Combat” y finalmente “Redactor jefe” de “il Comunista”) en la que se habla de “forjar” un nuevo tipo de militante que “se entusiasma por todas las luchas que estallan no importa donde, incluso en el lugar más remoto del planeta” y “es el que en todos los episodios de una lucha que abraza todos los continentes, y en todas las fases de este movimiento multiforme, actúa con la certeza misma de la victoria como si la revolución fuese próxima o se desarrollase bajo nuestra mirada” (“il programma comunista”, junio, nº11/1981, pág. 3)[30].
En este sentido, la circular del BCI[31] dirigida a todo el Partido relativa al “Trabajo con los simpatizantes e integración de nuevos militantes” (de junio de 1981, que a nosotros nos llegó casi en noviembre) fue un punto de no retorno para la sección española. En esta circular se diseña el proceso de formación del “nuevo” tipo de militante del nuevo curso, rompiendo el método de formación de simpatizantes y militantes que se había seguido hasta entonces en el Partido, imponiendo una aceleración de los tiempos, estableciendo como lectura sustitutiva de los textos del marxismo las “biografías de militantes como la historia de Big Bill o Mamá Jones, experiencias de lucha como Domitilia o incluso más simplemente noticias o novelas que despierten a la lucha”. La circular de junio de 1981 del centro degenerado admite: “Los compañeros se sorprenderán sin duda ante el hecho de que los textos clásicos que hemos utilizado hasta aquí para la formación teórica de los simpatizantes hayan casi desaparecido del arsenal del material corriente propuesto” afirmando que “los grupos de obreros asimilarán mucho más eficazmente las posiciones por medio de respuestas bien tajantes que por medio de extensas lecturas” y culminando con “Puede decirse de una manera general que los textos clásicos que utilizamos hoy son necesariamente textos obligatorios para compañeros que tienen un hábito de orientar a sus compañeros y encuadrar a otros militantes, pero de ninguna manera son un estudio imperativo de todo militante”. Este era el Partido de militantes activistas formados en la ignorancia que estaba imponiendo el nuevo curso, en contra del método de formación política del Partido y para romper la defensa a ultranza de las posiciones de la Izquierda comunista italiana y del marxismo: un partido cuyo nuevo cemento era la disciplina por la disciplina del activismo, en el que el marxismo estaría reservado para los “cuadros” para poderlo adulterar y deformar sin encontrar resistencia en la base militante del Partido.
Esto era la culminación degenerativa en el plano organizativo (análogo a la “bolchevización” en el proceso degenerativo de la 3ª Internacional) que lógicamente tenía que acabar de llevar a la exasperación de la disciplina por la disciplina y al veneno de la democracia interna. Era la destrucción del centralismo orgánico, cuya premisa es la homogeneidad política[32], la unidad de doctrina-programa-táctica, la doctrina inmutable, la estable orientación y la continuidad de la acción del Partido.
Esta labor de destrucción de la unidad doctrina-programa-táctica era la que estaba llevando a cabo el nuevo curso desde la dirección de la organización, dirección que no tenía otra cosa que ofrecer aparte de “perplejidad e incertidumbres” [33]. Esto se combinó, como no podía ser de otra forma, con la aplicación de medidas de “seguridad” absurdas (que luego no seguían los mismos que las imponían) para justificar la compartimentación y bloqueo de los contactos entre grupos y secciones del Partido, cosa que sufrieron los militantes tanto en la emigración en Alemania como después dentro de España y como lo sufrían los compañeros en Italia y Francia. Es difícil describir la sensación de los militantes españoles viendo a una representante del UCI (ufficio centrale italiano, centro italiano) permitiéndose dar lecciones de clandestinidad mientras llevaba una pamela como sombrero en un barrio proletario de chabolas de Madrid. Muy sintomáticamente, esta representante del centro italiano que venía a imponer la disciplina del nuevo curso a los militantes obreros del Partido acabó siendo edil por los “verdes” en Ivrea y una abanderada de la “causa kurda”.
Mención aparte merece la exigencia de legalización del periódico “El Comunista” que quería imponer el centro italiano y parisino y rechazamos desde mediados de 1979. Esta exigencia de legalización de la revista fue siendo requerida cada vez con mayor intensidad por el Centro; el mismo centro cuyos pedazos se despacharon entre ellos maniobras de legalización de nuevas revistas, de recuperación legal de otras, de aspavientos hipócritas al respecto entre unos y otros. “El Comunista” no fue legalizado nunca y sigue sin estar legalizado, sin que esto haya supuesto ningún límite a su difusión. Detrás de la exigencia de la legalización había sólo una cuestión de control y propiedad.
En el transcurso de los años, en las cartas del centro se van haciendo valoraciones cada vez más contradictorias sobre el desarrollo de la sección española, según la camisa ficticia en la que conviniera encorsetar artificialmente las posiciones de quienes resistían contra el nuevo curso. Además, estas cartas estaban basadas a su vez en los informes del “secretario” de la sección, impuesto por el Centro por las únicas cualidades de no conocer los textos del Partido y, sobre todo, de no haber estado en contacto con los viejos compañeros italianos en la emigración en Alemania. Así, se realizaba por parte del centro un auténtico trabajo fraccional para modificar los métodos de trabajo y eliminar a quienes defendían la continuidad de las posiciones del Partido. Como parte del trabajo fraccional y liquidador de la dirección del nuevo curso, a mediados de diciembre de 1981, el centro comunicó desde París una “alarma” consistente en que habría un golpe de Estado en España, que habían recibido informaciones fidedignas de una embajada extranjera en París. Esto se comunicó a última hora con la instrucción de que se “limpiaran” las casas de material y se transmitiera la orden también a los simpatizantes. Luego, cuando evidentemente no se produjo ningún golpe de Estado, se justificaron diciendo que había sido una orden y que se tenía que haber cumplido. Esta actuación tenía como único objetivo liquidar la sección española, eliminar material político y la correspondencia que ponía en evidencia las contradicciones de la dirección del Partido.
Esta actuación fue realizada por los mismos y tiene un paralelo evidente con la acción completamente consciente en Francia del centro liquidacionista que en octubre de 1982 se quedó con los fondos y el archivo del Partido para impedir su continuación y la decisión no menos consciente de recorrer todas las librerías en Alemania para asegurarse de la retirada del material del Partido, para que no quedara ni rastro de la Izquierda. Este es el “centro” de los liquidadores del Partido y de la Izquierda que nos acusaba de “sindicalistas” y ”culturalistas” en la circular del BCI del 12/2/82 con la que intentaron explicar la según ellos “mini-crisis” de la sección española. Esta supuesta “mini-crisis” significó que el grupo de compañeros ligado a la defensa de la continuidad del programa comunista reanudamos la publicación de la revista del Partido “El Comunista” desde mayo de 1983 mientras que los pocos que quedaron en la línea del nuevo curso desaparecieron casi de inmediato al estallar sucesivamente en pedazos su referente internacional degenerado.
Nuestra ruptura con el nuevo curso
En la pág.11 del nº1 de “El Comunista” (nueva edición), de mayo de 1983, con el que retomábamos la publicación de la revista del Partido en castellano, publicamos unas modestas pero suficientes notas con el título “La degeneración de programma comunista y nuestra batalla” que resumen las causas históricas de esa degeneración, las principales manifestaciones externas del proceso y nuestra decisión (en enero de 1982) de romper con la disciplina formal de una organización que ya no representaba el hilo histórico del Partido.
Estas notas no fueron una elaboración “local” de la sección española, sino que habían sido publicadas por los compañeros de la sección de Schio en febrero de 1983 como parte del esfuerzo internacional de mantener la continuidad del Partido fuera de la organización formal degenerada.
Habíamos sido expulsados primero sustancialmente – como habían sido expulsados los planteamientos de la Izquierda en general – y, por esto, en enero de 1982 decidimos romper la disciplina formal con una organización que no representaba ya más el Partido, lo que no impidió a la dirección pretender nuestra “expulsión” formal en un acto disciplinario en el vacío. Como establecen las Tesis de nuestro Partido: “(…) aquellas centrales internacionales y nacionales estaban sobre la vía de la desviación y de la traición; según la teoría de siempre de la Izquierda, es ésta la condición que debe quitarles todo derecho a obtener, en nombre de una disciplina hipócrita, la ciega obediencia de la base.” (Tesis de Nápoles, 1965).
Otras secciones opuestas al nuevo curso también rompieron con la organización degenerada en los meses siguientes (Schio, Torre Annunziata, Benevento-Ariano, etc). El centro degenerado había expulsado anti-orgánicamente en la primavera de 1981 a las secciones Turín, Ivrea y Sur de Francia que se habían opuesto al nuevo curso.
No se hizo esperar demasiado la confirmación ulterior de que la dirección de esa organización formal no representaba ya el hilo histórico. Esa dirección contra cuya degeneración habíamos mantenido nuestra batalla, fue estallando sucesivamente en pedazos unos meses después en octubre de 1982, en junio de 1983 cuando se da rienda suelta al “debate interno” abiertamente democrático y una parte de la redacción se hace a un lado, en enero de 1984 cuando esta última parte recuperó en los tribunales la revista y la otra parte empezó a publicar “Combat”, en 1985 cuando de “Combat” se desgajó “il Comunista” y se fusionó con “le Prolétaire”.
Es importante notar que nuestro nº1 de mayo de 1983 es anterior a la reyerta por el control de “il programma comunista” a partir de junio de 1983 entre las distintas variantes del nuevo curso. Allí reafirmamos nuestra intención de continuar el hilo histórico del Partido, reclamando los principios y el método de trabajo reafirmado en el Partido desde 1952, junto con todos aquellos compañeros que trabajan por la reafirmación integral del programa comunista.
Siguientes pasos
En los siguientes números de la revista profundizaremos en aspectos específicos del nuevo curso y de nuestra lucha contra el mismo y en el desarrollo y límites del contacto y mantenimiento de la organización junto con las secciones expulsadas o escindidas en Italia en oposición al nuevo curso, así como el desarrollo de los contactos y posterior organización conjunta con otros compañeros a nivel internacional.
[1] Sobre el proceso de canibalismo entre las distintas corrientes activistas que compartieron y se disputaron la dirección de “il programma comunista” y especialmente la trayectoria y el papel jugado por parte de una de ellas (el actual “il Comunista”, salido de “Combat”), ver el artículo publicado en “El Comunista” nº72, titulado: “le Prolétaire/il Comunista: punta de lanza de la degeneración revisionista del nuevo curso”.
[2] En el primer número del "Il Programma Comunista" de 1984, el artículo "Reanudando el camino" comienza diciendo: "Los militantes que han retomado en sus manos el hilo del "Programma Comunista" desgraciadamente roto en los números 7-10 de 1983,(…)”. Esto evidencia que sólo consideraban incorrectos, fuera de línea, los números 7-10 de 1983, reivindicando todo lo sucedido antes. Lo cual era lógico porque habían sido ellos los que lo habían hecho junto con los que publicaron “Combat” primero y luego “il Comunista”/”Le Prolétaire” y también con aquellos que decidieron ser coherentes con su actividad real y habían tratado de disolver el envoltorio formal.
[3] Se trató en realidad de una expulsión anti-orgánica de las secciones toscanas que anticipó los métodos que se generalizarían después.
[4] Las posiciones erróneas se empezaron a insinuar en 1965 y desembocaron en la reivindicación de un supuesto carácter “de clase” de la C.G.I.L. y en la formación de “comités de defensa del sindicato de clase” en su interior a partir de 1970. Esto chocaba frontalmente con la caracterización de la C.G.I.L. realizada por el Partido después de su reconstitución por parte del Comitato de Liberazione Nazionale (Comité de Liberación Nacional). El Partido había caracterizado a la C.G.I.L. (con la “i” de Italia, a diferencia de la C.G.L. de los años 20) afirmando que: “no puede disimular que ni siquiera la confederación que queda con los socialcomunistas de Nenni y Togliatti se basa en la autonomía de clase. No es una organización roja, es también una organización tricolor COSIDA CON EL MODELO DE MUSSOLINI.” (Las escisiones sindicales en Italia, 1949).
[5] Conocidas así dentro del Partido, como “pequeñas” tesis.
[6] Ante el proceso de integración sindical iniciado por el fascismo y mantenido después de la segunda guerra mundial, el Partido había establecido que “En las varias fases de la trayectoria burguesa (revolucionaria, reformista, contrarrevolucionaria), la dinámica de la acción sindical sufrió profundos cambios (interdicción, tolerancia, sumisión); pero esto no quita que sea orgánicamente indispensable tener entre la masa de los proletarios y la minoría encuadrada en el partido otro estrato de organizaciones que sean políticamente neutras por principio, pero constitucionalmente accesibles sólo a los obreros, y que organismos de este género deben resurgir en la fase en que la revolución se avecina.” (Teoría y acción en la doctrina marxista, 1951).
Por esto, las Tesis Características de nuestro Partido, después de dejar sentado que “7. El partido no adopta jamás el método de formar organizaciones económicas parciales que comprenden sólo a trabajadores que aceptan los principios y la dirección del partido comunista”, imponen una tarea a los militantes y al Partido mismo: “(…) Es tarea del partido, en los períodos desfavorables y de pasividad de la clase proletaria, prever las formas y alentar la aparición de las organizaciones con objetivos económicos para la lucha inmediata, las cuales podrán incluso asumir aspectos totalmente nuevos en el futuro, después de los tipos bien conocidos de corporación, sindicato de industria, consejo de empresa, etc. (...)”. (Tesis Características, 1951); dado que “en toda perspectiva de todo movimiento revolucionario general no pueden no estar presentes estos factores fundamentales: 1) un amplio y numeroso proletariado de asalariados puros, 2) un gran movimiento de asociaciones con contenido económico que abrace una parte imponente del proletariado; 3) un fuerte partido de clase, revolucionario, en el que milite una minoría de los trabajadores, pero al cual el desarrollo de la lucha haya permitido contraponer válida y extensamente su influencia en el movimiento sindical a la de la clase y del poder burgués.“ (Teoría y acción en la doctrina marxista, Partido revolucionario y acción económica, 1951) y dado que el “(…) aprisionamiento efectivo de toda organización sindical en las articulaciones del poder de clase burgués” es un “resultado (…) fundamental para la defensa y la preservación del régimen capitalista precisamente porque la influencia y el empleo del encuadramiento sindicalista es una etapa indispensable para cualquier movimiento revolucionario dirigido por el partido comunista.” (Teoría y acción en la doctrina marxista, Partido revolucionario y acción económica, 1951).
[7] De “attesa” o “attendere”, que significa “espera” o “esperar” en italiano, en el sentido de estar “a la espera”, no de “tener esperanza”.
[8] “«En Europa del Este y Asia, la era de las revoluciones democrático-burguesas no comenzó hasta 1905. Las revoluciones en Rusia, Persia, Turquía, China, las guerras en los Balcanes. Balcanes, esta es la cadena de acontecimientos mundiales de nuestra era en nuestro Oriente». Hoy [1964, ndr.], esta fase ha terminado igualmente para toda el área afroasiática. En todas partes, al final de la Segunda Guerra Mundial, se crearon Estados nacionales más o menos «independientes», más o menos «populares», que promueven más o menos «radicalmente» la acumulación de capital.” (Tesis sobre la cuestión china, reunión general de Marsella, il Programma Comunista n.23/1964).
[9] “Allo stesso modo, una forte resistenza con le parole e coi fatti veniva offerta da questi compagni ad ogni tentativo di intervento fuori dalle fabbriche - sulle questioni della casa, femminile, della repressione, ecc. - e di intervento nelle stesse fabbriche e sul terreno propriamente sindacale che non si facesse ridurre ad una stretta dipendenza dai tempi e dai modi dettati dalle strutture sindacali ufficiali.
Per questa parte di compagni ogni decisione presa al di fuori di quanto e di come era « già stato fatto » in precedenza, ogni interesse per problematiche che investivano il terreno della critica politica e teorica non affrontate e risolte con tesi e punti fermi in precedenza (dal partito attuale o dal partito comunista d'Italia negli anni Venti), assumeva l'aspetto del pericolo o addirittura del tentativo di portare il partito fuori dalla sua rotta e di inficiarne la capacità teorica e politica.
Contro una visione di tal genere - che andò via via caratterizzandosi come difesa ad oltranza di quanto, non tanto la sinistra comunista come corrente politica, ma di quella italiana in particolare e soprattutto della persona Amadeo Bordiga, aveva detto scritto fatto, senza comprendere in realtà la lezione profonde delle battaglie di classe condotte dalla sinistra comunista - si sviluppò una lotta politica interna condotta in particolare dal Centro attraverso lo sforzo di reinquadrare i problemi dell'oggi e le differenze di situazione storica senza perdere il filo conduttore di quelle battaglie di classe.
Questa circolare del marzo 1976, alla pari di altre precedenti e di successive, fa parte di questa lotta politica interna. (…)
Da questo punto di vista, questa circolare segna un punto a favore, se così ci si può esprimere, alla lotta sia contro il conservatorismo di partito ben radicato purtroppo nell'organizzazione, sia contro quell'arroganza teorica mescolata ad un velleitarismo verbale ma pratico immobilismo caratteristici degli antidialettici legati ad una visione mistica del partito, della lotta di classe, del proletariato e del suo movimento, della rivoluzione, del comunismo.”” (Premessa alla circolare de 1976, pubblicato en “il Comunista”, nº33, 1992, pag. 9).
[10] Consideraciones sobre la actividad orgánica del partido cuando la situación es históricamente desfavorable, 1965
[11] Ver en “El Comunista” nº65, “Una consigna incorrupta por encima de las generaciones «de los muertos, de los vivos y de los por nacer»”.
[12] Como el epígono de “le Proletáire/il Comunista” en español (nº23 de julio de 2021) que, además de reivindicar la formación del PSOE como “un hito del marxismo en España” (sic), reivindicaba esta artificiosa caracterización realizada por parte del centro parisino, hecha tan solo diez (10) meses antes de que este centro parisino abandonara la organización pretendiendo además su disolución internacional. Volveremos en otro lugar sobre este punto.
[13] “Queste organizzazioni possono anche non essere i sindacati - e non lo saranno nella prospettiva di una brusca svolta nel senso dell'assalto rivoluzionario (…)” (“il programma comunista” nº3/1972)
[14] Carta de O. Damen: “En tal fase de avance o de conquista del poder, el reagrupamiento de las fuerzas del proletariado no esperará a que se repita la práctica tradicional del sindicato, sino que tendrá lugar a través de nuevos organismos de masas (…)”
[15] “(…) ma, riconoscendovi il sintomo di una istintiva reazione proletaria allo stato di impotenza al quale i sindacati riducono le sue lotte e rivendicazioni, deve trarne motivo per inculcare in uno strato sia pure esile di sfruttati la coscienza di come i loro sforzi, per quanto generosi, siano condannati a rimanere sterili se la classe non trova in sé la forza di provocare e compiere una inversione completa di rotta politica in direzione dell'attacco diretto e generale al potere capitalistico.” (“il programma comunista” nº3/1972)
[16] Bastará recordar uno de los tantos textos en los que la Izquierda y el Partido se oponen al frente único político: “Para la cuestión táctica basta recordar que el frente único nació propuesto como método para “arruinar” a los partidos socialistas, y dejar a sus dirigentes y estados mayores privados de las masas que los seguían y debían pasar con nosotros. La evolución de esta táctica ha confirmado que ella contenía el peligro de conducir a una traición y a un abandono de las bases clasistas y revolucionarias de nuestro programa.” (Tesis de Nápoles, 1965).
[17] “(…) i proletari voteranno a giusta ragione contre l'abrogazione della legge esistente, (…) meglio una briciola che nulla (…).” (il programma comunista, nº7/1974, pag. 2)
[18] “NEL SECONDO CASO (Organismi a base interclassista) rientrano quegli organismi a base non soltanto proletaria in cui tuttavia si dibattono questioni o si difendono interessi ai quali la classe operaia non è e non può essere indifferente: comitati di donne, di soldati, di inquilini, della scuola ecc. Con le riserve considerate nel caso precedente, possiamo e dobbiamo entrarvi sia semplicemente per propagandare le nostre posizioni, fosse pure per un solo giorno e di fronte ad un solo proletario, sia per svolgervi un'azione più o meno continuativa, non ponendo come pregiudiziale alla nostra partecipazione la adozione da parte dello stesso organismo di obiettivi di classe ai quali esso è per origine estraneo e refrattario, ma sostenendo energicamente nel suo seno: 1) che gli interessi immediati comuni al soldato, alla donna ecc. proletari e non proletari si difendono efficacemente solo se si agisce in collegamento con la lotta proletaria di classe; 2) che la soluzione finale dei problemi assillanti quel certo strato sociale risiede nel socialismo e solo in esso; 3) che in entrambi i casi il solco su cui ci si deve muovere è il medesimo della classe per eccellenza rivoluzionaria, il proletariato.” (Circular de la dirección, de 26 de marzo de 1976, republicada y reivindicada por “il Comunista” en el número 34-35).
[19] “4.- (…) Sobre todo, el partido desarrolla su actividad de propaganda y de atracción entre las masas proletarias, especialmente en las circunstancias en las que éstas se ponen en movimiento para reaccionar contra las condiciones que el capitalismo les ha creado, y en el seno de los organismos que los proletarios forman para proteger sus intereses inmediatos.
5.- Los comunistas penetran, pues, en las cooperativas proletarias, en los sindicatos, en los consejos de empresa, constituyendo en ellos grupos de obreros comunistas; procurando conquistar allí la mayoría y los cargos directivos, para obtener que la masa de proletarios encuadrada en tales asociaciones subordine su propia acción a las más altas finalidades políticas y revolucionarias de la lucha por el comunismo.
6.- El partido comunista, por el contrario, se mantiene fuera de todas las instituciones y asociaciones en las cuales proletarios y burgueses participan con el mismo título o, peor aún, cuya dirección y patrocinio pertenece a los burgueses (sociedades de socorros mutuos, de beneficencia, escuelas de cultura, universidades populares, asociaciones masónicas, etc.) y procura apartar a los proletarios de las mismas, combatiendo su acción y su influencia.” (Tesis de la Fracción Comunista Abstencionista, 1920).
[20] “che le decisioni prese centralmente suscitino a volte perplessità e incertezze, è un fatto che deve considerarsi scontato è di cui non v'è ragione di allarmarsi purché si abbia il coraggio e la fermezza di guardarlo in faccia.” (Circular de la dirección, de 26 de marzo de 1976, republicada y reivindicada por “il Comunista” en el número 34-35).
[21] “Para eliminar los peligros oportunistas y las crisis disciplinarias la Internacional Comunista debe apoyar la centralización organizativa en la claridad y la precisión de las resoluciones tácticas, y en la exacta definición de los métodos que aplicar.
Una organización política, es decir, basada en la adhesión voluntaria de todos sus miembros, sólo responde a las exigencias de la acción centralizada cuando sus componentes conocen y aceptan el conjunto de los métodos que pueden ser ordenados por el centro para ser aplicados en las diferentes situaciones.
El prestigio y la autoridad del centro, que no dispone de sanciones materiales, sino que se vale de parámetros que pertenecen al dominio de los factores psicológicos, exigen de manera absoluta claridad, decisión y continuidad en las proclamaciones programáticas y en los métodos de lucha. En esto reside la única garantía de poder constituir un centro de la efectiva acción unitaria del proletariado internacional.
Una organización sólida solamente nace de la estabilidad de sus normas organizativas; asegurando a cada uno su aplicación imparcial, ésta reduce al mínimo las rebeliones y las deserciones. Los estatutos organizativos, tanto como la ideología y las normas tácticas, deben dar una impresión de unidad y de continuidad.
Por estas consideraciones, basadas en una rica experiencia, el paso del período de construcción de la Internacional de los partidos comunistas al de la acción del Partido Comunista Internacional hace necesaria la eliminación de normas organizativas totalmente anormales.” (Táctica de la Internacional Comunista en el proyecto de tesis presentado por el PC de Italia en el IV Congreso Mundial, Moscú 1922).
[22] Inicialmente SONACOTRAL (SOciété NAtionale de COnstruction de logements pour les TRAvailleurs ALgériens) pasó a denominarse SONACOTRA después de la independencia de Argelia.
[23] Órgano de la sección argelina, epicentro de la degeneración nacionalista de la organización formal.
[24] “base minimale que nous pourrons envisager de travailler en commun avec d’autres forces qui ont un programme et une idéologie différente des nôtres”
[25] Expulsados con la excusa de “fraccionismo” por haber mantenido una reunión con unos compañeros del Sur de Francia ante la grave deriva del Partido. Independientemente de que no podemos solidarizarnos con el desarrollo posterior de una parte de estas secciones, la acusación de “fraccionismo” por haber mantenido una reunión fue un mero pretexto y la expulsión por dicho motivo es completamente infundada. Esta actuación de la dirección del Partido es digna de la peor expresión de la degeneración de la Internacional y de un Togliatti de la peor calaña. Efectivamente, la dirección del Partido había caído en manos del activismo interclasista y las secciones que reaccionaban contra ello eran expulsadas con la acusación (falsa) de un “fraccionismo”, utilizando los mismos métodos que la Internacional degenerada: “se abusó gravemente del espectro de “fraccionismo” y la constante amenaza de expulsión de una corriente, acusada artificialmente de preparar una escisión con el solo fin de hacer prevalecer los peligrosos errores centristas en la política del partido.” (Tesis de Nápoles, 1965). Al centro degenerado de entonces se le puede recordar que, en su batalla contra la degeneración de la Internacional, la Izquierda ha defendido siempre que: “Es absurdo y estéril, y además muy peligroso, pretender que el partido y la Internacional estén asegurados misteriosamente contra toda recaída o tendencia a la recaída en el oportunismo. Estos efectos pueden depender tanto de cambios de la situación como del juego de los restos de las tradiciones socialdemócratas. En la resolución de nuestros problemas se debe admitir, entonces, que toda diferencia de opinión, que no pueda reducirse a casos de conciencia o derrotismo personal, puede desarrollarse útilmente para preservar de graves peligros al partido y al proletariado en general. Si estos peligros se acentuasen, la diferenciación asumiría inevitablemente, aunque útilmente, la forma del fraccionismo; esto podría conducir a escisiones, pero no por el infantil motivo de una falta de energía represiva por parte de los dirigentes, sino sólo concretas en el caso de que se verificase la maldita hipótesis del fracaso del partido y de su sometimiento a influencias contrarrevolucionarias.” (Tesis de Lyon, 1926).
[26] “In questo quadro condividiamo la piattaforma del Coordinamento milanese, come esposta all'inizio di questo dibattito, cioè di un organismo in cui siano presenti differenti linee politiche, ben inteso tutte interne al fronte di classe.” (“il programma comunista, nº13/1981)
[27] “Giovani, immigrati, senza-casa, vittime della repressione, detenuti politici, sono oggi, insieme ai disoccupati in generale, le pattuglie di avanguardia di una guerra di classe.” (“il programma comunista” nº19/1981, pág. 2)
[28] “Io non voglio che si getti in commercio il nome di Bordiga, stupida esca davvero per chi la porga e chi abbocchi, e sono certo che non si farà nemmeno dopo la mia morte. Chi non capisce il perché, non ha capito un rigo di tutti i testi e la storia della Sinistra. Alla data della morte io penso con serenità e lascio ai superstiziosi gli scongiuri. Non temo di morire, ma che si rincoglionisca tutto il movimento per commemorarmi, questo sì. Sebbene io abbia deciso di non lasciare testamenti di nessun genere, mi costringete a pensare alle misure che posso prendere per impedire tale superputtanata. Dispongo che chiunque possa usufruire gratis dei testi alla condizione che non vi sia il nome Bordiga. Un problema in prassi borghese e in prassi comunista. Se foste tutti maturi davvero, questa preoccupazione potrei non averla: ma scorgo le debolezze. Se violo diritti della Storia, ebbene, di lei soprattutto mi fotto". (Lettera di 16 novembre 1962)
[29] “ma sarebbe un suicidio volerli eludere sia col pretesto che difficili sono, sia con l'altro che basti consultare il capoverso di un testo (d'altronde spesso dedicato alla ben diversa - e preliminare - questione di ristabilire le basi fondamentali della teoria come guida all'azione nel senso più generale del termine) per averli bell'e risolti.” (Circular de 1974, publicada en “il Comunista”, nº33, 1992, pág. 8)
[30] “si entusiasma per tutte le lotte che scoppiano non importa dove, fosse pure nell'angolo più remoto del pianeta (…) E' colui che in tutti gli episodi di una lotta che abbraccia tutti i continenti, e in tutte le fasi di questo movimento multiforme, agisce con la stessa certezza della vittoria che se la rivoluzione fosse vicina o si svolgesse sotto i nostri occhi.” (“il programma comunista”, junio, nº11/1981, pág. 3)
[31] BCI, Bureau Centrale Internazionale
[32]“Al primero rebatimos que la unidad y la centralización real -reivindicada por nosotros más que por ningún otro- en la acción y en el modo de organizarse del Partido es el PRODUCTO, el punto de llegada, no la causa y el punto de partida, DE LA UNIDAD Y CENTRALIZACIÓN DE LA DOCTRINA, DEL PROGRAMA Y DEL SISTEMA DE LAS NORMAS TÁCTICAS: inútil buscar aquellas si faltan éstas; peor que inútil, destructivo y mortífero. Nosotros somos centralistas (y es éste, si se quiere, nuestro único principio organizativo) no porque reconozcamos válido en sí y de por sí el centralismo, no porque lo deduzcamos de una idea eterna o de un esquema abstracto, sino porque es único el fin al que tendemos y única la dirección en que nos movemos en el espacio (internacionalmente) y en el tiempo (por encima de las generaciones “de los muertos, de los vivos y de los por nacer”); somos centralistas por la fuerza de la invariancia de una DOCTRINA INMUTABLE, que ni individuos ni grupos están en disposición de mutar; y de la CONTINUIDAD DE NUESTRA ACCIÓN en el flujo y reflujo de las contingencias históricas, frente a todos los obstáculos de que está sembrado el camino de la clase obrera.
Nuestro centralismo es el modo de ser de un Partido, que no es un ejército, aunque tiene una rigurosa disciplina, como no es una escuela aunque se enseña, sino que es una fuerza histórica real, definida por su ESTABLE ORIENTACIÓN en la larga guerra entre las clases. Es en torno a este inescindible y durísimo núcleo, doctrina-programa-táctica, posesión colectiva e impersonal del movimiento, como se cristaliza nuestra organización, y lo que la mantiene unida no es el látigo del “centro organizador”, sino el hilo único y uniforme que liga a “dirigentes” y “base”, “centro” y “periferia”, comprometiéndose en la observación y en la defensa de un sistema de fines y de medios, ninguno de los cuales es separable del otro.
En esta vida real del Partido Comunista -no de cualquier partido, sino sólo y precisamente de él, en cuanto comunista tanto de hecho como de nombre- el rompecabezas que molesta al demócrata burgués-, ¿quién decide?: ¿la “dirección” o la “base”?, ¿los muchos o los pocos? ¿quién “manda” y quién “obedece”?- se disuelve definitivamente por sí mismo: es el cuerpo unitario del Partido, el que emboca y sigue su camino; y en él, como en las palabras de un oscuro soldado nivelador, “nadie manda y todos son mandados”, lo que no quiere decir que no haya órdenes sino que estas se adaptan con la forma natural de moverse y de actuar del Partido, cualquiera que sea el que las dé. Pero romped esa unidad de doctrina-programa-táctica, y todo se hunde, no dejando más que un... punto de control y de mando en un extremo, maniobrando a las masas de militantes, como el general -supuesto “genio” estratégico- mueve a los soldaditos, supuestos pobres tontos, tal vez haciéndoles pasar con armas y bagajes al campo enemigo, o como el jefe de estación maniobra sus trenes, quizá haciéndolos chocar el uno contra el otro; y una ilimitada plaza de armas para toda maniobra posible, al otro extremo. Romped esta unidad, y lógica e históricamente se justifica el estalinismo, como lógica e históricamente justificada llega la ruinosa subordinación de un Partido como el nuestro, que tiene por primera tarea la de asegurar “la continuidad histórica y la unidad internacional del movimiento” (punto 4 del Programa de Livorno, 1921), al mecanismo falso y embustero de la “consulta democrática”. Rompedla y habréis destruido el Partido de clase.” (La continuidad de acción del partido sobre el hilo de la tradición de la izquierda, 1966).
[33] “che le decisioni prese centralmente suscitino a volte per- plessità e incertezze, è un fatto che deve considerarsi scontato è di cui non v'è ragione di allarmarsi purché si abbia il coraggio e la fermezza di guardarlo in faccia.” (Circular de la dirección, de 26 de marzo de 1976, republicada y reivindicada por “il Comunista” en el número 34-35).