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1921

ELECCIONES

 [De «Il Comunista», 14–4–1921]

 

Nosotros también esperábamos, y se comprende por qué, que no hubiesen tenido lugar.  Pero a partir de ahora hay que abandonar toda esperanza.  Las elecciones se harán. ¿Qué hará el partido comunista?

Poniendo a un lado todas las modalidades que los órganos competentes puedan establecer, convendría, según ciertos compañeros, plantear esta cuestión: ¿El PC debe, o no debe participar en las elecciones? A mi entender, este problema no tiene razón de ser. Por razones bien claras de disciplina táctica internacional, el PC debe participar y participará en las elecciones.

No quiero decir que el problema de la táctica electoral haya sido resuelto definitivamente en el seno de la Internacional Comunista por las decisiones del segundo Congreso. Creo incluso que nosotros, los abstencionistas hemos aumentado en muchos partidos comunistas occidentales, y no está excluido que la cuestión vuelva de nuevo al orden del día del próximo III Congreso. Si se produjese esto, defendería de nuevo las tesis que presenté y que fueron rechazadas en el Congreso del año último: para el mejor desarrollo de la propaganda comunista y de la preparación revolucionaria en los países «democráticos» occidentales, en el periodo actual de crisis universal revolucionaria, los comunistas NO deberían participar en las elecciones. Pero en tanto que están en vigor las tesis opuestas de Bujarin y Lenin, para la participación en las elecciones y en los parlamentos con directrices y finalidades antidemocráticas y antisocialdemócratas, es necesario participar sin discutir y procurar atenerse a estas reglas tácticas. El resultado de esta acción suministrará nuevos elementos para juzgar si nosotros los abstencionistas, estábamos equivocados o teníamos razón.

Ciertos compañeros abstencionistas –y aún algunos electoralistas– dicen: ¿Pero no se puede encontrar en las tesis de Moscú un pretexto que permita abstenerse en las elecciones sin caer en la indisciplina? Ante todo, respondo a esto que el abstencionismo que nosotros intentamos hacer pasar por la puerta no debe entrar por la ventana, por medio de pretextos y subterfugios. Además, todas las circunstancias en las que nos encontramos en esta campaña electoral contribuyen a hacer más clara la aplicación de las tesis de Moscú, en el espíritu y en la letra, en el sentido de la participación.

Que los compañeros relean todos los argumentos de Lenin y de Bujarin y verán que corresponden mejor a circunstancias de reacción y de opresión de la libertad de movimiento del partido. Que relean los argumentos aportados por mí y verán que se refieren sobre todo a situaciones de «democracia» y de libertad, sin, entendámonos que los piense superados en las circunstancias actuales. Cuando Lenin decía «Nosotros hemos participado en la Duma más reaccionaria», le respondí que el verdadero peligro se encuentra en los parlamentos más liberales. Lenin está convencido de que un partido verdaderamente comunista puede y debe participar, pero admite conmigo el valor contrarrevolucionario de la participación en las condiciones de 1919, con un partido no comunista.

Las dos tesis que hablan de la eventualidad de que los partidos comunistas boicoteen el parlamento y las elecciones, se refieren a circunstancias en las cuales «se pueda pasar a la lucha inmediata para tomar el poder». Yo desearía que fuese así, pero este no es el caso hoy: no está excluido que la situación cambie mañana completamente; entonces no necesitaríamos mucho esfuerzo para hacer desaparecer junto a la barraca parlamentaria, los comités electorales que nuestro partido hubiese constituido.

En Moscú, si hubiese aceptado las sugerencias de algunos compañeros, habría podido quizás obtener una «ampliación» de aquellas excepciones, y hoy se podría, quizás, aplicarlas – aunque estemos, repito, en las condiciones específicas pensadas por Lenin para la útil participación. Pero he preferido, por el contrario, presentar conclusiones netamente opuestas. Esto ha conducido a la ventaja de tener directrices claras y seguras y no sentirse «serratear»[1] con el fastidioso argumento de las «condiciones especiales». La centralización es el fundamento de nuestro método teórico y práctico: en tanto que marxista, soy primero centralista y después abstencionista.

Para otras tesis no sucedió así. Se remendaron algunos puntos para satisfacer pequeñas oposiciones (más grandes, no obstante, que nuestra escuadrilla de abstencionistas coûte que coûte [2]). La conclusión en la aplicación de estas tesis, que han perdido un poco una precisa directriz teórica, no la considero favorable para la eficacia y la seguridad de la acción revolucionaria.

Los abstencionistas fuimos los únicos que contrapusimos a las tesis propuestas por hombres cuya autoridad era y sigue siendo justamente formidable precisas conclusiones inversas. (Guardaron silencio mientras tanto muchos críticos de la vigésima jornada, que no supieron oponer nada a conclusiones contra las que se rebelaron después). Nosotros abstencionistas debemos igualmente dar el ejemplo de la disciplina, sin trapichear, sin tergiversar.

El Partido comunista no tiene, pues, ninguna razón de discutir si participará o no en las elecciones. Debe participar. Con qué modalidad, será decidido a su debido tiempo. Con qué objetivo, lo dicen las tesis de Moscú resumidas en estas pocas palabras: Romper el prejuicio parlamentario, y aceptar, por consiguiente, si en lugar de los votos se quieren contar las palizas y cosas peores. Romper el prejuicio socialdemócrata y volver, con inflexible intransigencia nuestras baterías contra el partido socialdemócrata.

Los abstencionistas están en su puesto.

 

[1] Comportarse como Serrati que pedía excepciones para la ruptura con los reformistas basándose en “condiciones especiales”.

[2] Pase lo que pase, en francés.

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“El Comunista” / “Per il Comunismo” / “The Internationalist Proletarian”

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