Imprimir

versión en pdf

SIGUIENDO EL HILO DEL TIEMPO

XXI

 LAS LUCHAS DE CLASE EN EL CAMPO ITALIANO

(Battaglia Comunista, nº 32 del 24 – 31 de agosto de 1949)

Traducido por Partido Comunista Internacional

“El Comunista” / “Per il Comunismo” / “The Internationalist Proletarian”

 

 

AYER

Medio periódico amarillento por el paso de medio siglo: “Il Mattino” del 30 de junio de 1901.

Muchas noticias a las que el tiempo da ese extraño sabor; como se divide la extrema izquierda: 29 socialistas, 29 republicanos, dos secciones o tres de radicales: 18 con Marcora, 23 con Sacchi, 9 dispersos. – El acorazado Andrea Doria encallado en la arena de Gallipoli en la maniobra. – Entusiasmos italo-franceses en una excursión universitaria a Montpellier. – El ministro Giusso revoca del cargo de funcionario de los Ferrocarriles al diputado alemán que ha criticado el balance de las obras públicas.

Pero una noticia viva y precisa que vale la pena citar:

“Nos telegrafían desde Roma, 30. – L’”Avanti!” reconstruye, en una correspondencia desde Rovigo, la escena dolorosísima desarrollada en el puente de Albersan, cerca de Berra, entre los huelguistas de los terrenos desecados[1] y las tropas comandadas por el teniente di Benedetto. He aquí un resumen:

Los terrenos desecados se extienden a la derecha del Po. Trabajan allí normalmente campesinos de Romaña y de Polesine; son 22.000 hectáreas hasta donde alcanza la vista; amplia extensión de panes ironizando sobre las miserias de los hambrientos. Pertenecen al Banco de Turín.

Solidarios, los trabajadores de Polesine se unieron con los de Ferrara: las dos provincias Rovigo y Ferrara están separadas por el Po, pero unidas ahora por un principio y por un pacto común.

A tres quilómetros de Berra está el puente Albersan, sobre el Canal Bianco, que marca el límite de los terrenos desecados. Allí sucede la masacre. La localización es un cruce: la carretera de Berra a Serravalle; la carretera del Po al Canal Bianco que cruza.

El puente de Albersan está ocupado en la entrada a la izquierda por un pelotón de infantería (2ª compañía, 40º) al mando del teniente Lionello di Benedetto, napolitano. Otro pelotón está sobre el dique derecho del canal.

La columna de huelguistas, proveniente de la carretera de Berra, gira a la derecha para embocar el puente. A veinte pasos se detiene. El teniente hace sonar los tres timbres.

Los campesinos agitan los pañuelos blancos en señal de paz, y Calisto Desvò, sombrero en mano, tranquilo avanza hacia el teniente.

- ¡Pido la palabra!

Pero el teniente Di Benedetto dispara tres disparos de revólver a bocajarro sobre la cabeza de Desvò, que cae muerto.

Antes, detrás del pelotón, estaba el propietario Baruffa, que gritaba: - ¡Aquí los asesinos! ¡Fuego! – Pero no es necesaria la orden del patrón; y Di Benedetto ordena fuego, mientras otro teniente que estaba en la orilla opuesta del río y un suboficial de los carabinieri le suplican que haga retirar las armas.

Seis veces el oficial ordena fuego.

Los campesinos huyen, pero son golpeados por la espalda. Cae muerta, entre otros, Cesira Nicchio; cuatro agonizantes: cincuenta se dispersan heridos.

Aquí los nombres de los muertos: Calisto Desvò, tenía 38 años, dos hijos, era presidente de la Liga de Villanova Marchesana. Tenía siete heridas, en el pecho y la frente.

Cesira Nicchio, madre de dos hijos; tenía 24 años. Algunas balas le han abierto el cráneo. Ferruccio Fusetti, de 32 años, de Berra. Livieri Sante, de 30 años, de Villanova. Nanetti Augusto, de 21 años, de Berra. Gardellini Albino, de 31 años, de Berra.

Los heridos son aproximadamente 50. Están heridos en las partes posteriores: señal evidente de que se estaban retirando.

Ferruccio Fusetti, atravesado el pulmón de la espalda al pecho, se tambaleó y gritó: ¡Ánimo, compañeros! ¡Viva el socialismo!

El teniente Di Benedetto dice estar en plena consciencia de sí mismo cuando abrió fuego.

Él, en la trágica mañana, tenía el aspecto de una persona cansada, abatida por una vigilia emocionante.

Se dice que dos días antes de la masacre exclamaba:

- ¡Para esta gente lo que hace falta es plomo!

El corresponsal afirma que el cadáver de Desvò caído en esta parte del puente fue arrastrado por soldados hasta la mitad del puente, bajo las órdenes del teniente. Él habría querido así demostrar que Desvò había saltado el cordón.

El mando de todo el servicio fue confiado al capitán De Blasi.

Después de la masacre hubo otras provocaciones. Mientras la carretera estaba llena de gente exaltada, el propietario Baruffa gritaba a Nicchio y Marini que pasaban en bicicleta:

- Pocos son los muertos; ¡Se necesitarían todavía algunas balas para los dirigentes!”.

*************************************

"Se telegrafía desde Venecia, 29, por la tarde: - El "Adriático" tiene de Berra estos detalles de la masacre que allí ha ocurrido:

“Parece que el teniente Di Benedetto, con el sable bajó los cañones de los fusiles a los soldados que disparaban al aire.

Actualmente el teniente se encuentra desarmado en una estancia en Berzano, bajo vigilancia. Mañana será cambiada la tropa.

Un suboficial le dijo al teniente:

“No ordene fuego”.

El teniente enfurecido respondió: “Retírese, de lo contrario abriré fuego sobre usted”.

También el subteniente desaconsejó el fuego y sus soldados dispararon al aire.

El muerto Desvò era jefe de la liga de Villanova: amado en el pueblo, aconsejaba la calma.

Mientras telegrafío se entierran los cadáveres”.

El 98 de Pelloux y Bava-Beccaris es pasado, así como el ‘900 de Gaetano Bresci. El ‘22 de Mussolini debe aún llegar.

Las elecciones de principios de siglo dieron la victoria a la izquierda. La democracia triunfa y estamos en el gobierno Zanardelli-Giolitti.

Eco violento en la Cámara. Bissolati y Ferri se levantan, Giolitti árido e incoloro explica sin dar motivos. Ponza di San Martino, ministro de la guerra reacciona, insulta a la extrema, luego se retira, los oficiales abandonan la tribuna. ¿Duelo entre Ponza y Bissolati o Ferri? Bissolati gritó: “¡Esta lección terrible surge de los hechos para las clases proletarias, que ciertas conquistas no pueden obtenerse más que por medio de la sangre! (Altísimos ruidos)”. ¡Aquel mismo Bissolati expulsado después en el 12 por monarquismo y posibilismo, patriota y voluntario en el '15, social pacifista y colaboracionista de clase hasta la muerte!

Dejada la forma, es pero notable el contenido de las declaraciones de Giolitti. En la zona de Ferrara, por razón de los terrenos desecados, todavía prevalece el latifundio, los salarios de los trabajadores agrícolas son insuficientes. Sin embargo, los propietarios locales han concedido aumentos, rechazados solo por la gran Società delle Bonifiche de Ferrara[2], con capital bancario de Turín, la cual ha intentado hacer venir obreros en competencia del Piamonte. El Gobierno reconoce el derecho legal de la Sociedad a proceder así, incluso habiendo dado pasos hacía la misma pidiéndole que renunciara a su plan, dado también que los obreros piamonteses le cuestan más de lo que costarían los locales concediendo los aumentos.

Sin embargo, dado que los manifestantes intentaron el asalto a la propiedad de la Sociedad, el gobierno tuvo que tutelar la libertad de trabajo y el orden, valiéndose con derecho de las armas.

 

HOY

En los cincuenta años transcurridos partidos burgueses y partidos que se autodenominan proletarios han pretendido dedicar un largo estudio a los problemas sociales de la tierra, pero no debe pensarse que la formulación del problema había avanzado desde la cristalina claridad con que se plantea desde hace décadas y décadas, en términos de lucha de clase entre empresarios capitalistas y trabajadores asalariados. En la gestión y posesión del latifundio de Ferrara no encontramos a los legendarios señores feudales, los barones de estilo medieval citados en todas las habladurías a propósito del atraso social de la agricultura en Italia.

La grandiosa obra de desecación se llevó a cabo volcando en la tierra ingentes capitales empresariales, suscritos por accionistas incluso suizos, y el más intransigente, entre los empresarios, es el Instituto de Turín el cual organiza sistemáticamente el esquirolaje.

Pasarán años y años, las fuerzas del estado capitalista democrático seguirán ininterrumpidamente dispersando con el plomo el levantamiento de los trabajadores agrícolas del norte y del sur, y se seguirá repitiendo que eso no sucedería si el régimen italiano, además de ser de perfecta democracia política, consiguiera en el terreno económico un completo desarrollo capitalista.

Precisamente en Turín una escuela desviada de partidos proletarios pintará todo un cuadro de la antítesis entre una Italia atrasada agraria y una Italia moderna de los empresarios y de los industriales burgueses, y en el surgir del fascismo pasará a llorar por el fin de la democracia giolittiana ametralladora de campesinos y obreros, describiendo eso como una expresión política de las fuerzas sociales de la agricultura en oposición a las de la burguesía industrial.

Tal tendencia se desarrollará hasta el frente general de colaboración nacional no sólo con los partidos de la burguesía moderna, sino con los mismos agrarios y con las corrientes clericales, en el período sucesivo a la derrota de guerra de los fascistas.

Se desarrolla hoy, a pesar de las apariencias de los contrastes de política interna, cada vez más evidentes en el derrotismo y en el desarme de todos los impulsos hacia la batalla de clase que surgen incesantemente desde el campo italiano. Incluso recientemente, los campesinos del valle del Po, los campesinos sin tierra y peones, combatieron y fueron directamente, por instinto de clase, contra los cuarteles de los carabinieri, mientras que por enésima vez fueron desviados de la batalla socialista, antiburguesa y antiestatal, hacia la torpe, estúpida demanda de una distribución de la tierra en propiedad, en el marco conformista de la economía nacional y de la legalidad constitucional.

Todos los centros grandes y pequeños de Italia están llenos de lápidas que recuerdan los nombres de los desgraciados arrastrados al matadero en todas las batallas igualmente criminales de Isonzo[3] o del Don y caídos lanzando la última maldición contra el régimen de militarismo sanguinario e impotente de la patria burguesía.

¿Alguien recuerda, después de cincuenta años, los nombres de los masacrados en Berra, a quienes debería seguir la interminable lista de los caídos en las periódicas masacres que se contaban por centenares, sobre todo antes del veinteno fascista?

Calisto Desvò, del que poco importa en el nombre en el registro, es el tipo de los miles y miles de dirigentes de Liga que tenían por único salario el medio litro ante el cual, por la tarde, en la taberna del pueblo, explicaban las tesis marxistas con rigor teórico si no total, ciertamente mil veces superior que el de las actuales academias moscovitas.

¡El ingenuo contador del Avanti! en ese momento probablemente era un estudiante de la ciudad vecina al que no se le pagaba, más que el boleto de tercera clase y el habitual paquete de cigarrillos de seis centavos. Pero supo recoger el grito del trabajador, que luchando quizás por cincuenta céntimos de aumento salarial quiso, cayendo, gritar la victoria del socialismo.

Hoy líderes y pequeños jerarcas se burlan cínicamente de las conquistas supremas; envían sin embargo a los proletarios a la masacre igualmente, pero sólo para lograr los fines correspondientes a sus bajos servicios de parte.

Los redactores de la prensa de los partidos de izquierda se jactan hoy de estar tan desencantados, astutos y joviales como los presuntuosos burgueses en las esquinas de las aceras.

Si el valle rojo del Po, el "dulce llano que de Vercelli a Marcabò declina"[4] aún no es el corazón de una república proletaria, la causa está, de entre todas las fuerzas del imperialismo capitalista, sobre todo en las organizadas en forma de partidos socialistas y comunistas, desde cuando se osó llamar movimiento socialista y comunista al que defiende intereses e instituciones nacionales, militares y populares, es decir, anticlasistas.

[1] N.d.T. Bonifiche, en italiano. Se refiere a las tierras ganadas mediante desecación a los pantanos de la zona.

[2] N.d.T. Bonifiche Ferraresi la cual fue constituida en Inglaterra en 1871 con el nombre Ferrarese Land Reclamation Company Limited.

[3] N.d.T. El Isonzo es un río que desemboca en el golfo de Trieste y que resigue de cerca la actual frontera entre Italia y Eslovenia.

[4] N.d.T. Cita de la Divina Comedia de Dante.

Anterior hilo del tiempo>>

Siguiente hilo del tiempo>>