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¡Proletarios del mundo, uníos!

 

CONTRA LAS MEDIDAS DE MILITARIZACIÓN Y CONTROL SOCIAL

 

Los comunistas y la vacunación

La burguesía de distintos países está imponiendo la obligatoriedad de las vacunas contra la Covid-19 para poder trabajar (por ley o por imposición de las empresas) o limitaciones para quien no se ponga la vacuna.

El descubrimiento en el S. XVIII de que quienes ordeñaban las vacas en el campo inglés pasaban una forma muy tenue de viruela que les inmunizaba ante la viruela humana (mortal) dio lugar al descubrimiento – cien años después – de la vacunación.  Mediante la vacunación se han eliminado enfermedades como la viruela y, de forma general, se previenen enfermedades como el sarampión, la rubéola, la polio y la varicela. Es un logro al que no tenemos ninguna intención de renunciar.

Tiempo atrás, las enfermedades se decía que provenían de los judíos, de alguna bruja o del pecado: solucionándose en los tres casos con la liquidación mediante linchamiento (pogromo), horca u hoguera. Históricamente era en realidad un método de librarse de las deudas con el usurero y de expulsar y expropiar a la población del campo, utilizados tanto por el régimen feudal como por el régimen burgués en conformación. El mecanismo utilizado para manejar a la población: el MIEDO.

En el capitalismo, el individuo está intoxicado (de capitalismo) y su decisión espontánea puede perfectamente ir en contra de su interés individual y de clase con grave perjuicio para sí mismo y para el resto de su clase. De esto saca un gran provecho la burguesía al tiempo que les justifica ideológicamente su dictadura, encubierta de paternalismo con guirnaldas democráticas o sin ellas. Cuando el proletariado haya derrocado el poder burgués, durante un periodo subsistirá esta contradicción entre los impulsos espontáneos individuales y el propio interés individual y colectivo, del proletariado y de la especie humana.

Nosotros como comunistas no estamos en abstracto en contra de la vacunación obligatoria, aunque es fácil ver que en el comunismo superior – abolidas las clases, la propiedad privada, el dinero y extinguido el estado – no habrá necesidad de obligar a la población a adoptar algo que le beneficia. En particular, el proletariado transitoriamente en el poder podría tener que imponer la obligatoriedad de la vacunación y otras medidas en una situación en la que una enfermedad contagiosa pusiera en peligro la vida humana y se contara con una vacuna efectiva. La vacuna impediría que los vacunados se contagiaran, esto reduciría la velocidad de los contagios también y así, indirectamente, se protegería a los no vacunados, etc.

Pero el marxismo obliga a plantear la cuestión en su contexto histórico y no en abstracto. Hablemos ahora de la situación actual, en pleno capitalismo, recordando antes que: “Los hombres han sido siempre, en política, víctimas necias del engaño ajeno y propio, y lo seguirán siendo mientras no aprendan a descubrir detrás de todas las frases, declaraciones y promesas morales, religiosas, políticas y sociales, los intereses de una u otra clase.”  (Tres fuentes y tres partes integrantes del Marxismo, Lenin, 1913).

 El SARS-COV-2 o la Covid-19

 Año en curso 2022, dos años después del inicio de los confinamientos con motivo de un nuevo virus (SARS-COV-2).

El SARS-COV-2 es un miembro de una familia de virus conocida desde hace tiempo, los coronavirus, de los que se conocen 45 especies, 7 de las cuales afectan a humanos generando enfermedades como el resfriado, bronquitis o neumonías.

En cuanto al origen del virus, China sostiene públicamente que el virus fue producido por un laboratorio estadounidense y EEUU sostiene públicamente que el virus fue producido en un laboratorio chino. Pese a estas acusaciones cruzadas de las dos principales potencias capitalistas mundiales, la explicación para el consumo de masas es que proviene de un animal. Para lo que sigue, es indiferente el origen.

El SARS-COV-2 causaba neumonía vírica y – no tanto por la gravedad del virus en sí sino por la insuficiencia de Unidades de Cuidados Intensivos (UCIs) – generó una mortalidad importante en febrero-marzo-abril de 2020.

Colaboraron a esta mortalidad el encierro deliberado de ancianos en las residencias – asesinato masivo – y la aplicación de tratamientos en los hospitales que ahora mismo no se aplican porque es notorio que son nocivos al mismo tiempo que las respiraciones asistidas se hacían mal y con material insuficiente.

Se ha dicho también que la diferencia comparativa del volumen de muertes con los años anteriores indicaría que ha habido un infradiagnóstico y así encubre la burguesía la realidad en la que nos condenan a vivir: el aumento de muertes se debe al aislamiento, a la escasez de recursos de la población, a la restricción drástica de acceso a la sanidad, a la generalización de los diagnósticos y atención médica por teléfono, a la insuficiencia de medios sanitarios, al aumento de muertes por suicidio, etc. Una cifra demoledora, en el estado español: “Cada 11 minutos muere una persona en la lista de espera de la dependencia. Un total de 43.381 personas han fallecido en lo que va de año (130 al día) en esta situación” (La Vanguardia, 16-12-2021). Estas causas reales de incremento de la mortalidad se tapan bajo un manto de silencio y sólo se escucha un eco: Covid, Covid, Covid…

El SARS-COV-2 inició sus andaduras con una sintomatología de neumonía aguda y pérdida de olfato, pero sobre la marcha se le han ido agregando todo tipo de síntomas hasta hacerlo compatible con cualquiera y llegando a la situación actual en la que la variante más difundida del mismo tiene una sintomatología completamente distinta de la original, que hace dos años habríamos denominado sin dudar como gripe o resfriado común, según el caso.

Del SARS-COV-2 se han dicho todo tipo de cosas contradictorias: que duraba días suspendido en el aire o en las superficies, que podía generar neumonías mortales o no causar ningún síntoma al mismo tiempo, que mutaba más lentamente que la gripe común y que no para de mutar, que era hiperbólicamente contagioso pero que es normal que en la misma casa cohabiten con un enfermo otras personas que no lleguen a contagiarse, que las mascarillas quirúrgicas no servían y que las de cualquier tela son suficientes, etc.

 Las vacunas para la Covid-19

Hemos aclarado al inicio nuestra posición ante la vacunación en general. Ahora estamos hablando concretamente de unas vacunas que no han seguido los protocolos estándar de la propia administración médica oficial en su elaboración (admitido públicamente), que se administran o se prohíben según intereses comerciales (se prohíbe la china y la rusa en Europa y EEUU y se prohíben las occidentales en China y Rusia, por simplificar), de las que se afirma al mismo tiempo que previenen los contagios pero que no evitan que te contagies ni que contagies a otros (¡!), que delante de los ojos de todo el mundo ha quedado demostrado que no evitan el contagio.

La Iglesia de la medicina oficial sale a la televisión a tranquilizar a todo el mundo: las vacunas no evitan el contagio, pero hacen que los síntomas sean más leves. Amén. Como acabamos de vivir una pasa general de la última variante es fácil comprobar por constatación directa que ni esto es verdad.

La solución de los Gobiernos es: más dosis, más inyecciones. ¿Qué sentido tiene una vacuna que no evita que te contagies ni que contagies a otros y que - incluso si lo hiciera - se pretende que sólo lo hace por seis meses, tres meses y bajando…? Lo que sí que ha quedado demostrado es que la vacuna te deja fuera de juego dos días en el mejor de los casos, que puede tener reacciones adversas, que afecta a la menstruación, trombos, etc. ¿Cuántas dosis al año pretenden inyectarnos para acabar contagiándonos igualmente?

Pero cualquier razonamiento similar choca contra un muro mediático y contra un muro en el propio sistema sanitario. Esto no es nuevo. La medicina oficial burguesa niega el origen laboral de casi todas las enfermedades que padecemos como clase obrera. Son enfermedades que se derivan de nuestros trabajos, pero la “ciencia” oficial niega que pueda haber ninguna relación: para el sistema sanitario todo son enfermedades degenerativas previas o crónicas… lo cual conviene muy bien a la industria farmacéutica que se lucra con la administración de sus medicinas que cronifican las enfermedades (mientras los tratamientos punteros se cierran bajo llave mediante el criminal sistema de patentes) y a la burguesía en general que esconde los resultados de su explotación y se ahorra pagar las indemnizaciones y pensiones que debería pagar. La posición político-ideológica de la medicina oficial es una: negar a toda costa los origines sociales de la inmensa mayoría de las enfermedades y dolencias que sufre la clase obrera, el trabajo y las malas condiciones de vida y de alimentación.

Si redujéramos drásticamente la jornada de trabajo, el estrés de no llegar a fin de mes y aumentáramos la calidad de la alimentación (con suficientes nutrientes y menos productos tóxicos), se reducirían drásticamente por sí solas las enfermedades del estilo de las que hablamos. Pero esto es incompatible con la ganancia empresarial y con el capitalismo mismo, motivo por el que sus médicos a sueldo tienen que sostener que hay otro origen que se soluciona con sus inyecciones.

El gran negocio de la industria farmacéutica

Pero… ¿cómo puede alguien atreverse a dudar de que las decisiones médicas se toman con estrictos criterios médicos?

Veamos lo que publica la prensa burguesa: Los médicos españoles, los que más cobran de las farmacéuticas. Una quincena superó los 300.000 euros en tres años en congresos y ponencias. Es donde las empresas analizadas gastan más: 268 millones entre el 2017 y el 2019, frente a los 204 en Alemania, 135 en Italia, 95,2 en el Reino Unido o 5,8 en Suecia. (…) Las cifras no incluyen los pagos por investigación y desarrollo.” (La Vanguardia, 28-12-2021).

El negocio es el negocio y las empresas farmacéuticas se están haciendo de ORO: “Las farmacéuticas elevarán un 60% sus ingresos este año por las vacunas. La facturación conjunta de los cinco fabricantes occidentales de la fórmula contra el Covid-19 superará los 208.000 millones de euros. Caerá ligeramente en 2022, a la espera de otra dosis.” (Expansión, 06-08-2021).

Lo que no es rentable ni lucrativo es multiplicar por cinco o por diez las UCIs que es lo que se debería haber hecho. Dos años después las infraestructuras hospitalarias siguen siendo deficientes y no se han incrementado. Es más rentable imponer medidas restrictivas y de control social a la población mientras se les van inyectando las toneladas de vacunas que se han producido y se producirán:

“Las farmacéuticas producen en un año cerca de 11.200 millones de vacunas contra el Covid. La capacidad mundial de producción de todo tipo de vacunas, que era de algo más de 4.000 millones de dosis al año antes de la pandemia, se ha triplicado sólo para las que combaten este coronavirus.” (Expansión, 14-01-2022).

Contra la militarización y el control social

El grado de ARBITRARIEDAD en las medidas que se imponen y de CONTRADICCIÓN en las justificaciones que se dan se explica plenamente como preparación ideológica para la guerra, como preparación para la arbitrariedad por excelencia: la DISCIPLINA MILITAR.

El MIEDO, hoy como ayer, es el mejor medio de hacer aceptar a la población cualquier arbitrariedad: “La religión es el suspiro de la criatura agobiada” (K. Marx). Por este motivo, se lleva dos años bombardeando a la población con dosis insostenibles de alarmismo y se siguen imponiendo medidas que no se habría logrado ni siquiera introducir si la sintomatología inicial hubiera sido la actual.

  • Nos oponemos a que se utilice a la masa de la clase obrera como conejillos de indias para la experimentación de vacunas por parte de las empresas farmacéuticas.
  • Nos oponemos a que se instaure el chivatazo y la delación dentro de la clase obrera.
  • Nos oponemos a los confinamientos, arrestos domiciliarios y toques de queda que son un preludio de la militarización a cara descubierta de la sociedad.

 

Mientras la Covid-19 y sus variantes actúan como CORTINA DE HUMO, en el subsuelo y en la superficie de la sociedad capitalista se desarrollan procesos que conducen directamente al CONFLICTO MILITAR en el que la clase obrera tiene la única función de servir de carne de cañón.

La CRISIS DE SOBREPRODUCCIÓN no ha hecho más que agravarse con la reanudación epiléptica de la circulación de mercancías a nivel mundial, la GUERRA COMERCIAL sigue agudizándose y los diferentes imperialismos mundiales se posicionan y chocan indirecta o directamente: Etiopía, Yemen, Taiwán, Bielorrusia, Kazajistán, Ucrania, etc.

 Ante esta situación sólo hay una posición internacionalista posible, el DERROTISMO REVOLUCIONARIO: "Te darán un fusil. Tómalo y aprende bien a manejar las armas. Es una ciencia imprescindible para los proletarios, y no para disparar contra tus hermanos, los obreros de otros países, como sucede en la guerra actual, y como te aconsejan que lo hagas los traidores al socialismo, sino para luchar contra la burguesía de tu propio país, para poner fin a la explotación, a la miseria y a las guerras, no con buenos deseos, sino venciendo a la burguesía y desarmándola." (El programa militar de la revolución proletaria, Lenin, 1916).

 

¡POR LA REANUDACIÓN DE LA LUCHA DE CLASE!

¡POR LA REVOLUCIÓN SOCIAL ANTICAPITALISTA!

PARTIDO COMUNISTA INTERNACIONAL – “EL COMUNISTA” – enero 2022 – pcielcomunista.org – @pcielcomunista

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